Leo Messi y la última oportunidad de la yerba mate

Mando Doria
3 min readJan 12, 2023

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Por mes, en Argentina se consumen más de 26 millones de kilos de yerba mate. Una bestialidad. Sin embargo, lo que se exporta no es menor: casi dos millones de kilos salen para el exterior, con Siria como principal destino, que se queda con el 76% del total exportado. A nivel mundial, el primer exportador es Brasil y, en este caso, el segundo no es Francia sino Argentina.

Nuestro país no es un imperio, no tiene ni tuvo colonias, no hizo abuso de posición comercial dominante en territorios extranjeros, nada de eso. La imposición del té y del café en todo el planeta tiene mucho que ver con la geopolítica, pero también con que sean productos deliciosos. La tercera infusión en disputa en el planeta podría ser el mate. En contrapunto con las otras infusiones, la que se hace a partir de yerba mate no ha triunfado en el mercado mundial y su uso se circunscribe a un puñadito de países de Latinoamérica. Ahí quedó. Aclaro que dejé fuera de análisis al chocolate, porque no se usa como infusión de manera masiva, y a la hoja de coca, por su conocida problemática asociada.

Mi experiencia con el mate respecto de personas de otros países no es muy distinta a la experiencia de la mayor parte de otros argentinos y argentinas, según pude ir sabiendo a la largo de mi vida. En este orden de proporción, las respuestas que recibí al compartir algún mate con un extranjero fueron: “es feo”, “es muy amargo”, “es un asco chupar de la misma bombilla que un montón de gente que ni siquiera conozco”, “es muy trabajoso tomar mate, necesitás un montón de cosas”. Si me retrotraigo a la adolescencia, que fue la etapa en la que comencé a tomar mate, me suenan algo familiares estas respuestas. Los primeros mates que tomé no me gustaron nada de nada, pero insistí e insistí. Incluso debo reconocer que cada tanto me hago algún mate que me parece horrible, amarrrrrrrrgo como él solo, pero lo supero, no me saca la ganas de seguir tomando con la esperanza que “se arregle” un poco con la continuidad de las cebadas. Claro que jamás se me hubiera ocurrido pedirle ni un cuarto de esa actitud a ningún visitante italiano, sueco, irlandés, marroquí, lo que fuera.

Si el mate cebado hubiese sido un producto delicioso (asumamos que no lo es, por más que hayamos aprendido a amar su sabor y su propuesta social, comunitaria, inigualable) quizás habría triunfado más allá de Siria. Por ese lado, por su apetencia, por el deseo que puede provocar a nivel organoléptico, como se dice, los caminos parecen cerrados.

Pero la industria nacional tiene un as de espadas en la manga. Un as de espadas es poco, muy poco, comparativamente hablando. Hablo de Lionel Ángel Messi. Leo. Para nosotros, la totalidad hecha ser humano. Y Leo toma mate. Baja del micro con el mate. Habla del mate. Toma mate con los muchachos, con el Kun. Todos los muchachos tienen mates hermosos, incluso, y también bajan de los micros tomando mate, andan por la concentración tomando mate, se sacan foto donde se ven mates, termos, se filman tomando mate, compartiendo mate, hablan de quién ceba mejor, cuentan anécdotas sobre tomar mate.

El mate se convirtió un elemento presente a nivel global por el consumo de la figura de Messi, en particular, y de la selección argentina, en general, en todo el mundo. Si acaso en esta oportunidad única el mate no despierta curiosidad como producto y no se instala como la tercera infusión a nivel global, aunque sea por imitación, como metáfora, como sinécdoque, como aspiración, como referencia o como agradecimiento, es probable que jamás atraviese las fronteras. Que no se nos escape la tortuga.

PD: De paso, buen momento para visibilizar las deplorables condiciones de trabajo de los tareferos y sus familias.

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